La distancia y las ocupaciones de ambos son la causa de que mi única hermana y yo, no podamos vernos y disfrutar de la compañía el tiempo y las veces que nos gustaría. Son cantidad de ocasiones las que nos prometemos el uno al otro el ir a visitarnos, pero casi siempre hay algún motivo que lo impide. Va a ser cuestión de darle prioridad y dejar en segundo plano otros quehaceres, perder la pereza y reunirnos más a menudo para pasar un agradable día como este ultimo domingo día 28 que cerraba la feria de Casasimarro.
Días atrás me llamó dándome la sorpresa de que vendría a pasar el Domingo y a cerrar las fiestas. Esta vez si cumplió su promesa.
Inolvidable el tiempo que gocé de su compañía y por supuesto de esa extraordinaria persona que es su marido Salva, una de esas personas que merece la pena conocer.
Después de tomar el aperitivo en diversas terrazas de los variados bares de esta localidad, en el ambiente de una feria digna de visitar; mi mujer se había encargado tener a punto una extraordinaria paella que degustamos junto a mis hijas, sus parejas y por supuesto mis cuñados Isabelo y Tina, cuya presencia siempre deleita cualquier reunión. Como observareis un cartel de feria grande, casi tan interesante como los carteles que se anuncia José Tomas, salvo que en este caso no hubo que pagar reventa, ni sacarse el abono completo para ir la tarde que torea el de Galapagar.
Dimos por finalizada la comida con unos exquisitos pastelitos hechos por las buenas manos de mi mujer, que cuantas pastelerías de lujo quisieran tener en sus vitrinas.
Normal que con un buen aperitivo y una buena comida, lo lógico hubiese sido echar una cabezadita, pero toreando el Castellano en Casas Ibáñez, había que perdonar la siesta y el descaso.
Con el tiempo muy justo para llegar a la hora del festejo, partimos hacia este pueblo albaceteño. En el cartel junto con el Castellano, tres matadores de toros, Sergio Serrano, Dámaso González (hijo), y José María Arenas.
Entretenido festival, en el que los tres matadores demostraron que el mundo de los toros no es demasiado justo cuando los tienen en el olvido, sobresalió el torero de Munera José María Arenas, que llegó con gran facilidad al público en todos los tercios, un torero de masas que puede tener cabida en muchas ferias, muy aplaudida y jaleada su actuación con un excelente novillo de Los Ronceles, que fue premiado justamente con la vuelta al ruedo.
Sin menospreciar a nadie, nuestro viaje se debía a ver al Castellano, que no defraudo a nadie, volvió a dar muestras del buen toreo que atesora. Es de la veces que mejor le he visto torear a la verónica con el capote; muy despacio y gustándose realizó la faena de muleta con ambas manos. Ya lo hemos comentado en otras ocasiones, tiene un toreo distinto a la mayoría de sus compañeros, si esa madera se pule adecuadamente, podemos estar ante un torero de ferias grandes; pero cuidado, el camino es largo, duro y difícil, no debe confiarse ni perder las maneras ni el buen corte que tiene.
El descabello le privó seguramente de los máximos trofeos, pero es normal que una suerte tan poco practicada, le llevara a intentarlo en varias ocasiones. Con una oreja dio la vuelta al ruedo acompañado del mayoral de la ganadería , como premio al encierro que había traído desde Jaén.
Destacar en este festejo que el mozo de espadas de El Castellano (un buen profesional), iba vestido decorosamente, pues en el ultimo festejo que mató en Minglanilla, un servidor porque tengo la suerte de conocerlo personalmente, quién no lo conociese, dudaría si venía de pescar o iba a vender botes de cerveza a los tendidos de la plaza. Amigo Juan Ángel, la mujer del Cesar, además de honrada tiene que parecerlo.
Al finalizar el festejo, ya con la noche encima, partimos hacia Casasimarro, unas tapitas dieron paso al tradicional chocolate con churro que cerró estas estupendas fiestas, en la que la visita de mi hermana hizo que lo que era ya el final de las mismas pareciera el principio de unas fiestas esperadas todo el año.
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