miércoles, 12 de mayo de 2010

San Isidro.- Arturo Macias salio ileso de Las Ventas

Hace escasos días hablábamos de la diversidad de opiniones que hay entre el publico en una misma corrida, con un mismo toro y con un mismo torero. Dicho esto yo me pregunto ¿Qué opinión tendrá el espectador del mejicano Arturo Macias?
Todos sabemos que vino de America con la aureola de figura del toreo de su tierra, y que abandonó su país para venir a triunfar a España, donde el toro no tiene nada que ver con los que se lidian por aquellas tierras y donde hay mucha más competencia para hacerse un hueco en las ferias; pero lo que si está claro según hemos visto en Valencia, Sevilla y Madrid, es que ha venido a sangre y fuego, que ha venido a por todas, que quiere meterse en el grupo especial de una forma o de otra; que si los toros no sirven, ahí está él para poner la emoción que le falta al toro.
En Valencia resultó cogido, en Sevilla volvió a ser cogido y ayer en Madrid no terminó en la enfermería, porque alguna Virgen de su país debió de echarle un capote; en el de su confirmación un manso de Martelilla lo tuvo a merced en el suelo para haberle arrancado la cabeza, y en el que cerró plaza el más feo de la corrida y que en algunas fases de su lidia se dejó, hasta que se rajó después de la primera serie de muleta, volvió a tener al publico con el corazón en un puño hasta que lo mandó al desolladero. Hasta aquí ¡Viva Méjico. . ! ¿pero y torear. . . . .? Eso es otro cantar.
Hasta la fecha todas sus actuaciones se han basado en el valor, en arrimones y en muchas ocasiones atropellando la razón y eso no es suficiente para colocarse en el puesto que quiere estar; tiene otra actuación en Madrid en la feria del Aniversario, ahí puede tener la ocasión de sacar al publico de dudas, de todas formas hay que reconocer que interés ha despertado.
Acompañaron al mejicano, Miguel Abellán y Cesar Jiménez, esto es peor. . . . ni emoción ni toreo.
Una tarde más hubo que remendar la corrida anunciada en este caso de Martelilla con un toro de Navalrosal y a la postre tuvo que saltar el sobrero de Domínguez Camacho. ¡que pena! Mejor ni hablar.

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