Se dice que ningún gitano quiere ver a sus hijos con buenos principios, por eso no vamos a perder la esperanza de este San isidro, que a empezado esta tarde con una corrida floja, descastada y algunos protestados por su falta de trapío de Salvador Domecq, y un deslucido sobrero de Navalrosal, con tres toreros que necesitan un empujoncito si quieren verse anunciados en otra ferias.
Tarde aburrida y pesada, mejor no pensar que quedan todavía otras treinta tardes, pues a excepción de Curro Díaz en el 4º al que ha cortado una oreja muy benévola, por su torería en algunas fases de la faena y sobre todo una buena estocada, ante un toro sin fuerza, que perdió las manos en el caballo y a la salida. Curro Diaz es un torero querido en Madrid, que Madrid lo espera por su arte, por su gusto y por su empaque, pero Madrid no debía conceder esas orejas si quiere mantener el prestigio y el respeto de su plaza, de acuerdo que dio muletazos gustándose y gustando y que la estocada fue fenomenal, pero lo que tenia delante no se tenia de pie.
Del resto casi mejor ni hablar, Juan Bautista no se acopló con ninguno de su lote, tuvo opciones su primero, pero toreando con el pico y echándose fuera al toro no es el mejor camino para coger el tren que en su día perdió, encima se puso pesado y con pitos tuvo que recordarle el publico, que allí no habían ido a pasar la tarde.
Tampoco el Gallo está para tirar cohetes, lo que prometió de novillero en su visita a esta plaza, no se parece en nada a la actualidad, es verdad que ni el de Salvador Domecq ni el del Navalrosal tuvieron opciones, pero tampoco se acopló con ninguno; terminando la faena con el deslucido que cerro plaza, citando encima de los pitones, haciendo que el publico se enfadara, el Gallo debe saber que en Madrid no vale asustar, hay que torear.
Y dejando al lado el tema de la corrida, Las Ventas son muchas cosas las que tiene que la diferencia del resto de las plazas, una de ellas siempre ha sido la música; cualquier aficionado que haya asistido varias veces, sabe que solo con oír los pasodobles que se escuchaban, olían a Las Ventas, olían a Madrid, olían a la primera plaza del mundo, últimamente debe ser desde que ha cambiado el director de la banda, oyes la música en el paseíllo y no sabes si estas en Madrid o en Villaconejos de Arriba, suenan los tradicionales pasodobles de todos los festejos de pueblo, y Madrid no debería perder nunca ni su encanto ni su seriedad.
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